lunes, 24 de agosto de 2009

Amor de urbanidades

Sube a la micro sin ninguna expectativa más que la de llegar al teatro lo antes posible. Después de un largo día de estudios y de conflictos vagamente resueltos, un poco de distracción le hace falta a cualquiera. Al avanzar por el pasillo, escucha la voz de un artista ambulante que invita a todos a subirse a “la micro de la alegría”, y tocando su reggae, llena de tranquilidad a todo aquel que esté dispuesto a sentir la música. En seguida se da cuenta de que este místico joven no está solo, pero la otra voz solo la escucha, y por mucho que busca de dónde viene, no encuentra al otro personaje. Al rato después, lo visualiza sentado en la escalera, tocando el tambor.
No pasan dos segundos antes de que caiga enamorada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es que hacerse toda la historia en una tira de imagenes en la cabeza al leer esto es porque o estoy muy loca o está buenísimo!
Me quedo con las dos opciones (:
wena wena!